miércoles, 30 de abril de 2008

Empezar de nuevo

La escribió de madrugada. Descargó en el teclado toda la angustia contenida. A la mañana siguiente, la envió como un anónimo a un amigo. Un sentimiento compartido por gente de todas partes y la exponencial propagación que permite Internet hicieron el resto: si poesía puso palabras a la emoción que muchos no lograban expresar.
“Empezar de nuevo “se transformó en un fenómeno inesperado. Circuló por la Web y Carlos Gariba se sorprendió con el resultado: recibió cientos de e-mails y salió por radio de todas las latitudes. Carlos tiene 43 años, es abogado y padre de cinco hijos. En el living de su casa recibió a La Nación
El agua llegó a seis cuadras de su vivienda. Así todo., se sintió movilizado “los que no estuvimos afectados directamente tenemos una obligación adicional. Te vas enterando de lo que pasa, te queda adentro y de alguna forma sale. “se lo envié a Eduardo Mogni, un amigo de Haedo, diciéndole que era anónimo, No me creyó”, dice.
El teléfono no para de sonar. Su casilla explota cada vez que se la nombra en una radio. Pero está conforme. No por una cuestión de anidad, sino porque cree que sus estrofas empujarán a muchos a ayudar. A su hija Ana de 21 años, se lo leyeron en la facultad. Ella y sus compañeros llegaron al final llorando. Cuando escuchó que era obra de su padre no podía creerlo. En cambio Guillermo, de 18, no se sorprendió. Se despertó cuando lo leían en una radio y cuando llegó al final, se sonrió: “No me pareció raro porque a mi viejo lo conozco. Pero me sorprendió la respuesta que tuvo”.
La familia se completa con Alejandra de 25, Facundo de 14, Rodrigo de 10 y su esposa Susana.
Carlos es gerente de recursos humano de una empresa, que como casi todas por aquí, debió adecuarse a esta nueva realidad: muchos de sus miembros padecen directamente el desatino de las aguas. “Tuvimos que convocar a un psicólogo que nos hablara y nos ayudara a sobrellevar esto”, cuenta.
Carlos habla de la reconstrucción que le espera a Santa Fe, de la demanda material y psíquica que viene. El llanto le ahoga la voz.
De adolescente integraba un grupo literario. “Abandoné la continuidad, pero la sensibilidad no se pierde”, comenta. La inmensa cantidad de e-mails y llamadas telefónicas demuestra que su capacidad de conmover sigue intacta. De ello dan fe sus versos.


El poema

Yo tenía miedo a la oscuridad,
hasta que las noches se hicieron largas y sin luz
Yo no resistía el frío fácilmente,
hasta que aprendí a subsistir en ese estado
Yo le tenía miedo a los muertos,
hasta que tuve que dormir en el cementerio
Yo sentía rechazo por los rosarinos y por los porteños,
hasta que me dieron abrigo y alimento
Yo sentía rechazo por los judíos,
hasta que le dieron medicamentos a mis hijos
Yo lucía vanidoso mi pulóver nuevo,
hasta que se lo di a un niño con hipotermia
Yo elegía cuidadosamente mi comida,
hasta que tuve hambre
Yo desconfiaba de la tez cobriza.
hasta que un brazo fuerte me sacó del agua
Yo creía haber visto muchas cosas,
hasta que vi a ni pueblo deambulando sin rumbo por las calles
Yo no quería al perro de mi vecino,
hasta que aquella noche lo sentí llorar hasta ahogarse
Yo no me acordaba de los ancianos,
hasta que tuve que participar en los rescates
Yo no sabía cocinar,
hasta que tuve frente a mí, una olla con arroz y niños con hambre
Yo creía que mi casa era más importante que las otras,
hasta que todas quedaron cubiertas por las aguas
Yo estaba orgulloso de mi nombre y apellido,
hasta que todos nos transformamos en seres anónimos
Yo criticaba a los bulliciosos estudiantes,
hasta que de a cientos me tendieron sus manos solidarias
Yo estaba bastante seguro de cómo serían mis próximos años.
Pero ahora ya no tanto
Yo no recordaba el nombre de todas las provincias.
Pero ahora las tengo a todas en mi corazón
Yo no tenía buena memoria, tal vez por eso ahora no recuerde a todos.
pero tendré igual lo que me quede de vida para agradecer a todos
Yo no te conocía, ahora eres mi hermano
Teníamos un río, ahora somos parte de él
Es la mañana. Ya salió el sol y no hace tanto frío. Gracias a Dios.
Vamos a empezar de nuevo.

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